Capitán, Capitán, escúchame. El único océano está en nosotros.
Creeré en ti. Serás una luz clara en el barco de papel de mi espíritu.
El rondador, el rondador es el viento la raza la distancia la desgarradura de la cordillera el zodíaco del sol ebrio.
Estoy así mejor. Con las dos manos diáfanas para encender la lámpara en la noche, cuando tú vuelvas.
La cerveza es un amanecer en los párpados.
La eternidad apenas es el ocio de jugar a los astros, de fumar nubes y de ignorarnos.
La noche pasa a través del tiempo como un calambre en el vientre de una mujer parturienta.
Mi capricho es el humo, la mujer y el bostezo.
Nací galeote para la tempestad mía en mi océano. Sin más remos que tus brazos y más grillete que tu recuerdo.
¡América, tierra negra con alas!
¿En cuántas Groenlandias se congelaron nuestros deseos?