Cuando hayas de sentenciar procura olvidar a los litigantes y acordarte sólo de la causa.
El que empieza a instruirse en la filosofía de todo se echa la culpa a sí mismo.
Filosofar es esto: examinar y afinar los criterios.
Lo que inquieta al hombre no son las cosas, sino las opiniones acerca de las cosas.
No nos perturban las cosas sino las opiniones que de ellas tenemos.
Para juzgar si un hombre es libre no te pares a mirar sus dignidades, porque, al contrario, más esclavo es cuando más elevado cargo desempeña.
Sólo los instruidos son libres.
Todos los asuntos tienen dos asas: por una son manejables, por la otra no.
Un hombre no puede ser dueño de otro hombre.
¿Qué ganarías con injuriar a una piedra que es incapaz de oírte? Pues bien, imita a la piedra y no oigas las injurias que te dirijan tus enemigos.
¿Quieres dejar de pertenecer al número de los esclavos? Rompe tus cadenas y desecha de ti todo temor y todo despecho.