Desde niño sentí dentro de mí este talento y ya entonces sentí esta profunda y urgente pasión por el juego. " Gran ajedrez " (1947)
El ajedrecista debe ante todo, tener presente sus propias cualidades, tanto positivas como negativas.
El ajedrez es vanidad.
El ajedrez te enseña ante todo a ser objetivo.
El objetivo del juego no es la victoria, sino el arte.
El rasgo que determina junto con otros, la potencia ajedrecística, es la inquebrantable atención sobre lo que ocurre en el tablero.
En los torneos importantes no hay que temer a la perdida de una partida, sino al decaimiento del ánimo que ello puede ocasionar.
Estudio ajedrez ocho horas al día, por principio.
La apertura de la posición en el centro terminará siempre por favorecer al bando que tenga superioridad de espacio.
Lo que me hizo convertir en Gran Maestro fue, primero, la búsqueda de la verdad y segundo, la necesidad de luchar. " Gran ajedrez " (1947)
Una idea desesperada en una situación desesperada. " Gran ajedrez " (1947)